25: Cómo desarrollar tu empatía a través de la poesía.
En un mundo que cambia rápidamente, imagina que otras personas, así como tú, se atreven a seguir sus sueños y desarrollan sus proyectos para alcanzar un futuro que valoran, que refleja lo que realmente les importa.
Probablemente, algunas de esas personas comparten tus valores y objetivos; por lo cual, podrían apoyarse mutuamente. Sin embargo, aún no han identificado esas semejanzas porque no se han comunicado abiertamente. Cada uno enfrenta sus propios desafíos y experimentan distintas emociones.
¿Deseas ser más consciente de las emociones de esas personas?
¿Quieres comprender mejor qué piensan y cómo se sienten, sin necesitar que te lo digan?
En este episodio, te muestro una vía para desarrollar tu empatía que está en tus manos: la poesía. Y te lo digo por experiencia propia porque, desde muy pequeña, he recitado poemas.
Imagínate esto:
Tienes al frente de ti el texto de un poema.
Te han pedido que lo recites o declames, pero tú no lo has escrito y tampoco conoces a la persona que lo escribió. ¿Cómo te preparas?
Mi historia con la poesía
Cuando yo era niña, me gustaba recitar y lo hacía en actos públicos en el colegio, desde la edad de cinco años.
Al estar parada enfrente de otras personas para recitar el poema me ponía un poco nerviosa porque tenía miedo de olvidarme las estrofas del poema que debía aprender de memoria.
Sin embargo, ni bien empezaba, me olvidaba de ese miedo…
Me enfocaba completamente en el mensaje que estaba compartiendo y sentía como que me convertía en otra persona.
En realidad, no tenía consciencia de otra cosa más. Mi atención estaba solo en ese momento, en ese poema. Y disfrutaba mucho cada paso que daba, cada inflexión en la voz, cada gesto, cada mirada.
Era un momento de intensa motivación.
Para llegar a ese momento, me había preparado.
Cuando inicié el arte de declamar, mi mamá me enseñó a leer el poema con mucha atención, más de una vez, y encontrar el mensaje principal que este poema parecía transmitir.
Luego, me ayudaba con mi cuerpo para interpretar y sentir ese poema.
Si había flores en el poema, con mis manos construía las flores; si el poema me transmitía ternura, mi mano iba a mi corazón o a alguna parte de mi cuerpo donde yo sentía esa ternura. Si sentía mucha energía, caminaba.
No tenía que quedarme quieta en mi lugar moviendo mis brazos de un lado al otro, solo porque sí. Cada movimiento para mí tenía un significado y ese significado era mío.
¿Cómo llegaba a identificar qué movimiento necesitaba?
Había hecho mío el poema y me sentía libre de expresar lo que sentía de la manera que mejor me parecía, sin preocuparme si era la mejor manera o la correcta.
Además, quería transmitir de la manera más auténtica posible lo que yo pensaba que era el mensaje del poema a otras personas. Tenía la intención de comunicar y generar una reacción en mi público, una emoción profunda.
Por qué la poesía y la empatía
Primero.
Leer un poema con intención requiere que pongas tu atención ahí y que indagues dentro de ti, al mismo tiempo.
Que te conozcas y te aceptes como eres hoy, con tus experiencias, con tu mundo emocional.
Y la poesía te expone a experiencias emocionales intensas que te llevan a bajar la guardia, que te pueden sorprender, te recuerdan que eres vulnerable, que las experiencias de otros seres humanos te tocan, llegan a tu corazón.
Segundo.
Al reconocerte, puedes darte cuenta que las experiencias de otras personas pueden ser similares a las tuyas, de alguna manera.
Existirá algún momento de tu vida, real o imaginario (pero real en tus pensamientos), en el cual te hayas sentido como ese autor o esa autora. Aunque el episodio no haya sido el mismo, porque sus vidas son distintas, pero tu experiencia sentida fue similar.
Entonces, podrás identificarte y comprender que sí tienen semejanzas. Y a partir de esas semejanzas, tú interpretas y construyes.
Recuerdo vivamente que, aun a corta edad, yo sentía cuando un autor había experimentado una profunda tristeza o mucha alegría. Entonces, cuando me preparaba para declamar, buscaba en mis recuerdos, esos momentos míos en los cuales había sentido esas emociones.
Me conectaba con ellas y las transmitía, en mi declamación, aunque el texto de la poesía no fuese mío. Me permitía “leer” más allá de las palabras.
Una propuesta para desarrollar la empatía
Si tienes el talento o quieres desarrollar la aptitud, puedes escribir tus propios poemas e interpretarlos. Existe evidencia general del aporte de las artes para desarrollar habilidades sociales y generar bienestar.
Sin embargo, quiero proponerte declamar. Así como lo escuchas.
No debe ser ante un público grande. Puedes hacerlo para ti o para tu familia.
Te hago esta propuesta porque, al declamar, vas a pasar por esos dos pasos que te he explicado: el poner atención y reconocerte, así como identificarte y comprender a los autores, a partir de la experiencia sentida.
Además, vas a moverte.
Párate firme en el piso, respira y prepárate emocionalmente.
Luego, exprésate a tu manera, caminando, bajando la voz, sonriendo, llorando, jugando.
¿Sabes qué estará pasando?
Te estarás conectando:
- tu mente (que se preparó leyendo con intención, interpretando),
- tu corazón (que está sintiendo esas emociones intensas) y
- tu cuerpo (que expresa todo lo que está ocurriendo dentro de ti).
Serás tú, en coherencia, comprendiendo las experiencias y emociones de otros seres humanos.
¿Qué poemas puedes leer?
Puedes empezar con los autores que conoces y te agradan. Luego, lo ideal es que amplíes tu repertorio para que te expongas a nuevas perspectivas y experiencias, incluso de personas que viven en países distintos al tuyo.
¡Imagínate que vas a tener conversaciones auténticas con nuevas personas!
Esas conversaciones que quizá no son frecuentes en el día a día, pero que son tan necesarias para nuestra humanidad.
La declamación y tres tipos de empatía
Para identificar aquello que nos une como seres humanos y para construir un futuro mejor, debemos primero reconocernos como similares.
De acuerdo a Daniel Goleman, la empatía es de tres tipos: La empatía cognitiva, la empatía emocional y la preocupación empática.
Con esta propuesta, puedes ejercitar directamente tu empatía emocional por la naturaleza misma de la poesía, que es una expresión emocional intensa.
Además, puedes fortalecer la empatía cognitiva que significa ser capaz de adoptar el punto de vista de otras personas.
Es así porque partes de tu interpretación de cómo ven las cosas los autores de los poemas y te puedes poner en su lugar. En la medida que te expongas a nuevos autores y experiencias, podrás expandir esta empatía cognitiva.
Luego, con la práctica, puedes desarrollar la preocupación empática que es la disposición de ayudar a otras personas, sobre la base de comprender mejor su situación y sentir lo que ellas sienten como que te pasara a ti.
Porque al moverte, con tu cuerpo, estás impulsándote a una acción cada vez que recitas un poema. ¿Te animas?
En conclusión.
Tienes a tu alcance una manera sencilla, pero honesta y poderosa, para desarrollar tu empatía, con tu mente, tu corazón y tu cuerpo.
Si te atreves a conocerte mejor y tienes la apertura para experimentar y aprender, te invito a declamar a tu manera, siendo tú.
Estoy muy contenta de haberte compartido mi secreto.
Cuéntame cómo te va, en las redes sociales de Aprende Siendo.
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