27: Cómo manejar el estrés y avanzar en tus proyectos

bienestar mentalidad

¿Has sentido estrés en estos días? ¿Cuándo fue la última vez que pensaste que podías tener estrés?

Como tú quieres avanzar en tus proyectos y tienes muchas cosas por hacer, quizá prefieres no pensar en lo que sientes porque no sabrías qué hacer o ya te acostumbraste.

Sin embargo, sí puedes hacer mucho al respecto. Y te lo cuento en este episodio.

 

 

 

 

Hace unos años, cuando me sentía agobiada por el trabajo, prefería distraerme en varias cosas, sin explorar qué estaba pasando realmente, cuál era la causa de ese sentimiento. Eso es lo más fácil, seguir haciendo cosas y no indagar dentro de ti. 

 De hecho, me acostumbré a vivir con estrés, trabajando largas horas con poco descanso, con una reunión tras otra, hasta que tuve un problema de salud que estaba vinculado al estrés. Había descuidado mi equilibrio mente-cuerpo y mis emociones me sorprendían en el momento menos pensado, sin poder controlarlas. 

 Sentí que debía dejar ese trabajo y buscar mi propio camino. Hice una pausa en la cual me dediqué a cuidar mi salud. Y ahí comenzó mi historia con la PNL y el coaching.

 

Te cuento esto porque como seres humanos, nuestro cuerpo está conectado con nuestra mente y nuestras emociones. Y cuando sentimos estrés, estamos en desequilibrio.

 Lo que me pasó no es algo raro, lamentablemente.

 

De acuerdo al informe “Estado del lugar de trabajo 2024” de la empresa Gallup, 41% de personas empleadas que participaron en su encuesta mundial, reconocieron sentir altos niveles de estrés. De hecho, la pregunta que respondieron fue “¿experimentaste estrés gran parte del día de ayer?” En América Latina, esa cifra es 44%. 

Cuatro de cada diez personas sienten estrés diariamente. 

 

Entonces, quizá has sentido estrés, pero has evitado pensar en ello o le das otro nombre, como: “tengo muchas ocupaciones”; “asumo mayor responsabilidad” o “así es la vida”… 

 

Sin embargo, cuando eres consciente de lo que sientes, puedes tomar una decisión: cambiar porque mereces sentirte y vivir bien. 

 Y no tienes que llegar a situaciones límite para incorporar ciertas prácticas en tu vida diaria para manejar tu estrés.

 

Porque si no manejas el estrés, este puede llegar a un punto tan alto que sentirás sus efectos negativos en todo tu ser. Y no serás capaz de alcanzar tus sueños y vivir de acuerdo con tus valores. Te será difícil reconocer y usar tu poder interior.

 Estarás sobreviviendo. Y tú, así como yo, estás en este mundo para florecer, para vivir en plenitud y armonía.

 

Qué es el estrés

 El estrés es una respuesta ante un cambio en el contexto externo o en tu interior que “rompe” el equilibrio en el cual te encontrabas antes. Se puede expresar en tu cuerpo de distintas maneras: respiración agitada, tensión muscular, palpitaciones, calor, etc.

 Afecta la forma como te sientes, como piensas y actúas.

 

¿Qué puede romper tu equilibrio?

 Situaciones de origen externo como un evento que no esperabas y te deja “sin piso” o dificultades que ocurren día tras día y te originan una presión o tensión permanente que se va acumulando.

 Y una situación de origen interno, como una decisión que implica un cambio importante en tu vida.

 

Hablemos de las situaciones de origen externo

 Vivimos una época de grandes e inesperados cambios, con mucha incertidumbre, como la causada por la pandemia del Covid-19, los conflictos bélicos, el cambio climático con efectos aún desconocidos… 

 Además, en nuestra vida diaria, desempeñamos distintos roles en nuestro hogar, trabajo, comunidad con ciertas expectativas, y estamos expuestas a contextos más o menos seguros para ti y tus seres queridos. 

 

No podemos controlar estos cambios o esos contextos socio-culturales, por lo que el estrés estará rondando, aunque podemos aprender a gestionarlo.

 

Y cuando la decisión es tuya

Me refiero a la decisión que tomas cuando dices “me atrevo a conducir mi vida, a ser protagonista”.

 Cuando decidiste iniciar un proyecto valioso para ti, cambiar de carrera, estudiar un posgrado, vivir en otro país, etcétera, hiciste una declaración:

 “Voy a vivir de acuerdo a lo que me importa realmente y cumplir mi misión”.

 Y claro que rompiste el equilibrio porque estás recorriendo un nuevo camino.

 

Entonces, tu estrés será distinto, si consideras que tú iniciaste la situación “estresante” (decisión con motivación auténtica) o que tú enfrentas un evento específico o una situación persistente que puede ir minando tus capacidades.

 

¿El estrés puede ser positivo?

 Cierto tipo de estrés puede ser positivo porque te da la energía para enfrentar situaciones nuevas. Tienes el combustible para protegerte y también para reafirmar y continuar tu decisión de cambio.

 Por eso, cuando empiezas algo nuevo, sientes que puedes hacer todo, que no importa el esfuerzo que hagas porque estás en tu ola de productividad, generando las ideas más increíbles, conectando las piezas... ¿Te ha pasado?

 

Sin embargo, si el nivel de estrés se eleva mucho o tienes periodos largos de estrés sentirás los efectos negativos en tu bienestar porque no estás hecha de elástico para estirarte y estirarte.

 Pueden venir problemas en tu salud como desajustes en tu presión arterial (sin importar tu edad), problemas estomacales o incluso enfermedades crónicas.

 

 Habrás agudizado el desequilibrio. 

¿Y esto qué significaría para ti? ¿Cómo te sentirías?

 

 Desconectada contigo misma y con otras personas.

 Puedes sentirte irritable. Puedes reaccionar sin pensar, olvidar conversaciones e incumplir compromisos de forma reiterada, alejándote de otras personas porque tu estrés te ha “capturado”.

 

Si comprendes que está detrás del estrés, podrás manejarlo mejor.

 

El estrés depende de tu interpretación sobre lo que estás viviendo

 El estrés refleja la relación que tienes con tu entorno y contigo, en tu interior, porque interpretas lo que sucede de una manera particular, de acuerdo a tu personalidad, experiencias previas y creencias.

 Lo que para ti origina estrés, para otra persona puede no hacerlo y viceversa.

 

Además, tienes una expectativa acerca de cuán capaz eres para actuar en ese entorno y si tienes los medios para hacerlo.

 

Tus interpretaciones son tus pensamientos. Están siempre ahí, como una conversación o un diálogo interno. Pero, cuando sientes estrés, se vuelven muy negativos o críticos. Y exacerban tu estrés. 

 Por ejemplo, si dices “para qué me esfuerzo, si no lograré nada”.

“Todo está en mi contra.” 

¿Lo has pensado alguna vez?

 

Y esos pensamientos pueden referirse a tu autoeficacia para generar un cambio positivo en tu vida o incluso a tu propio valor

Y cuanto menos capaz creas que eres, sentirás más estrés.

 

Si eres consciente de tus pensamientos, puedes comprender mejor lo que sientes.

 Por ello, presta atención a tus pensamientos, escúchalos

Pueden cambiar en el camino, sobre todo si la situación que vives dura un largo tiempo y las cosas no te resultan siempre como esperas.

 Y te generarán otras emociones porque sientes varias a la vez.

 

 Si has iniciado algo nuevo:

 Puedes sentir miedo porque puedes perder mucho que has puesto en juego.

Puedes sentir tristeza porque ya dejaste tu vida anterior.

Puedes sentir rabia porque no sería justo, si fallas.

 

 Y todas esas emociones están detrás del estrés.

 Puedes hacer algo ahora mismo.

 

Cuatro estrategias para manejar el estrés

 

1. Trabaja en tus pensamientos.

 Identifica el lenguaje y el tono que usas, para “voltearlos” con argumentos y amabilidad.

Por ejemplo, si dices “no hago nada bien”, ¿cuándo sí has hecho algo bien?

 Te explico más en el episodio 11 y el episodio 24 del podcast.

 

2. Actúa para que te des cuenta de que sí eres capaz. 

 Implementa acciones concretas que sean factibles, graduales y que te permitan continuar en alineación con lo que te importa.

 Empieza con cosas sencillas que no te causen mucho esfuerzo, pero que te permitan pequeños logros y puedas repetirlas. Por ejemplo, ejercitar tu atención y creatividad, dedicando cinco minutos cada día a dibujar con lápiz, si eso te agrada.

 La organización será tu aliada para incorporar estas acciones y te dará cierta estabilidad en una situación incierta.

 

3. Realiza tus prácticas de conexión mente-cuerpo.

 La práctica más sencilla pero poderosa es respirar intencionalmente: respirar con tu diafragma, lenta y profundamente, te permitirá reconocerte y conectar. 

¿Cuándo fue la última vez que respiraste así?

 

Caminar unos minutos en el parque o dentro de tu casa (si tienes un pasillo largo como el mío) te permitirá desligarte de esos pensamientos que se vuelven más y más críticos cuando sientes estrés.

 

4. Reconocer que puedes pedir y tener ayuda.

Quizá esto te cueste un poco, si te has acostumbrado a hacer todo tú sola o solo.

Sin embargo, creer que puedes hacer todo por tu cuenta o que puedes controlar todo es una fuente de estrés… 

 Y si lo haces así, te pierdes las oportunidades de aprendizaje y disfrute que surgen cuando otras personas aportan a tus proyectos.

 

Ejercicio

 Ahora te recomiendo hacer un ejercicio, aceptando lo que descubras de ti.

 Cierra los ojos, respira profundamente. Ahora responde a dos preguntas:

¿Cómo me siento?

¿Qué pensamientos vienen a mi mente ahora?

 

Al final del día, repites lo mismo.

Y finalmente, ¿qué he aprendido hoy?

 

En resumen:

 El estrés es una respuesta natural a los cambios y desafíos, situaciones en las que pierdes tu equilibrio. Reconocer tu estrés y comprender sus causas es crucial para que decidas cambiar tu situación.

 ¿Qué puedes hacer para gestionar tu estrés, ahora mismo?

Trabajar en tus pensamientos, actuar con pequeñas acciones, conectar tu mente y cuerpo, y buscar apoyo cuando lo necesites. Así, podrás continuar con tus proyectos valiosos, cuidando tu bienestar.

 Te invito a reflexionar sobre qué prácticas puedes incorporar en tu vida diaria para manejar tu estrés. Si te atreves a conocerte mejor, podrás vivir en plenitud y con armonía, para alcanzar la vida que valoras.

 

Nota:

 

Si prefieres que te cuente esto en video, puedes dar clic 👇 

 

 

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