2: El poder de tu «para qué»
¿Alguna vez te has preguntado qué guía tus decisiones?
¿Para qué haces lo que haces?
En este episodio, tratamos un tema que te llevará a indagar dentro de ti, porque se trata de tu ó tus «para qué»; es decir, las razones o valores fundamentales que explican tu comportamiento.
Por ello, plantearte esas preguntas puede marcar una diferencia en cómo experimentas tu vida.
Te invito a identificar un «para qué» que, en este momento de tu vida, sea central para que puedas avanzar en tu proceso de aprendizaje.
Primero, con un ejemplo, te explico qué sería un «para qué». Después harás tu propia indagación, si así lo decides.
Una aproximación al «para qué»
Un «para qué» es una razón o valor fundamental que explica tu comportamiento.
Permíteme acompañarte para que puedas identificar un «para qué» que, en este momento de tu vida, sea central para que puedas avanzar en tu proceso de aprendizaje.
Primero, con un ejemplo, te explico qué sería un «para qué». Luego, te invito a hacer tu propia indagación.
Este es el caso de Isabel.
A Isabel le gusta divertirse con sus amistades y recibirlas en su departamento.
Para ello, ella tiene dos opciones. Puede elegir ver una maratón de películas por streaming (en línea) o entretenerse con un juego de mesa.
Ver películas y jugar son medios o maneras que Isabel tiene para divertirse con sus amistades. Y ambas actividades tienen como característica común que pueden ser compartidas por dos o más personas.
Ella disfruta el compartir; se siente alegre y entusiasmada.
La situación puede ser más compleja
A Isabel también le gusta competir y, cuando juega, quiere ganar.
Entonces, ella disfruta mucho jugar y, cuando gana, se siente satisfecha consigo misma.
¿Cómo se sentirían sus amistades, si ella les propone jugar cuando las invita a su departamento y siempre gana?
Hasta acá, sabemos dos cosas acerca de Isabel:
- Que le gusta divertirse con sus amistades y recibirlas en su departamento (ser la anfitriona) – para lo cual tiene esas dos opciones (películas y juego de mesa).
- Que le gusta competir - lo cual podría hacer con el juego de mesa.
¿Qué elegirá ella? ¿Qué tendrá más importancia?
Una conversación que podríamos tener con Isabel.
Para conocer, racionalmente, qué motivaría la decisión de Isabel acerca de qué actividad proponer a sus amistades cuando visiten su departamento, podría darse esta conversación:
- Isabel, ¿para qué quieres invitar a tus amistades a tu casa?
- Para que pasen un buen rato compartiendo
- ¿Para qué quieres que pasen un buen rato compartiendo?
- Para que se sientan felices
- ¿Para qué quieres que se sientan felices?
- Para que fortalezcamos nuestra amistad.
Con esta respuesta, Isabel llegaría a la conclusión de que la amistad es importante para ella. Es un valor en su vida.
La conclusión pudo ser distinta si Isabel hubiera respondido que quería tener alguien con quien jugar para sentir la emoción de competir y ganar. Ahí probablemente, ella estaría dando mayor importancia a fortalecer su autoestima e identidad como «competitiva».
Entonces, cada elección de un medio – o manera de divertirse con sus amistades – podría tener detrás un «para qué» distinto. En el caso de Isabel, si eligiese entretenerse con un juego de mesa, esto podría deberse a la necesidad de fortalecer la amistad o de fortalecer su autoestima, si compite y gana en ese juego de mesa.
Ahora, ¿qué es el «para qué»?
Puedes verlo como un propósito o significado superior que le das a lo que haces.
- No es tu objetivo inmediato o lo que te impulsa a actuar, o una justificación que puedas encontrar para tu comportamiento.
- Tu «para qué» es algo más permanente, que realmente te importa. Es algo que le da sentido a tu vida.
Siempre está ahí, pero en necesario encontrarlo. Te doy tres caminos para ello.
1. El «para qué» siempre está ahí, pero puede estar escondido.
Frecuentemente, las personas tratamos de darle un contenido al «para qué»; es decir, hacerlo concreto, con ciertas características.
Por tanto, definimos metas – como comprar una casa o tener la fiesta de aniversario perfecta.
Estas, al igual que la maratón de películas o el juego de mesa (en el caso de Isabel), son medios, solamente. La casa puede ser un medio para alcanzar seguridad física y la fiesta perfecta, para obtener prestigio social.
2. Tienes varios «para qué» que son como la brújula de tu vida.
Se ha estudiado mucho acerca de qué valoran las personas en sus vidas. Existen varias listas de aspectos fundamentales, elaboradas por investigadores de distintas ramas del conocimiento (filosofía, ciencias sociales, educación, desarrollo humano, etc.).
Y han identificado algunos aspectos comunes como seguridad, salud, relaciones sociales, etc.
Sin embargo, tus «para qué» no necesariamente estarán en esas listas, porque son tus razones fundamentales para actuar de una u otra manera (son tuyos).
Además, tampoco son lo que «crees» que guía tu vida, que dependen del concepto que tienes de ti misma/o (autoimagen). Tus «para qué» son lo que realmente guía tu vida.
3. En ocasiones, tus «para qué» están adormecidos.
Esto ocurre cuando tus acciones no son coherentes con tus valores.
Porque las personas, a veces, optamos por «no escucharnos»; por no pensar en lo que consideramos importante, por distintas razones. Preferimos actuar rápido, «hacer» cosas, estar en varios lugares «afuera», continuar, producir, etc.
Por tanto, reflexionar conscientemente sobre lo que es importante en la vida requiere coraje, dado que -- al indagar dentro de ti -- puedes descubrir aspectos de que no conocías de ti misma/o.
Incluso, puedes darte cuenta de que tu comportamiento refleja «razones» que no quieres en tu vida.
Te tengo buenas noticias:
Si te conoces mejor, ¡puedes decidir cambiar y transformar tu vida!
Práctica de indagación:
Te invito a indagar dentro de ti y reflexionar sobre un «para qué».
Para ello, es necesario que te ubiques en un lugar donde no haya interrupciones. De preferencia, siéntate cómodamente.
Ten a la mano un lápiz y un papel. ¿Listo?
1. Elige un comportamiento
Ahora, identifica algún comportamiento recurrente que hayas observado en ti o que te hayan hecho notar recientemente. Sería excelente si se vincula a un proceso de aprendizaje que estés viviendo.
Puede ser algo que consideres positivo o negativo.
Te doy un par de ejemplos:
- Acostumbras levantarte temprano a caminar en el parque y hacer ejercicios, aunque haga mucho frío o llueva.
- Te estés despertando tarde, sin ganas de cumplir tu itinerario regular.
2. Conéctate con una situación
Cierra los ojos y respira profundamente.
Conéctate con una situación en la que hayas tenido ese comportamiento. Sigue respirando hasta que la tengas.
- Ahora conéctate con la emoción que sentiste.
- Recuerda lo que percibiste con tus sentidos – sonidos, imágenes, olores, sensaciones físicas, sabores
- ¿Qué pensabas sobre ti?
Captura todo eso y ponle un nombre, para esa situación que has vuelto a experimentar.
Puedes abrir los ojos.
3. Hazte las preguntas sobre tu «para qué»
Ahora vas a indagar, como en el caso de Isabel:
- ¿Para qué actué así?
Apunta los pensamientos y las emociones que te surjan.
- Nuevamente pregúntate ¿para qué?
Y le agregas la respuesta anterior.
- Nuevamente preguntas y apuntas tus respuestas.
Continúas así hasta que llegues a una razón fundamental que no acepte mayor indagación.
Ese es tu «para qué».
Quizá no te resulte tan fácil la primera vez. ¡Mejorarás con la práctica!
Es muy importante que tomes nota, hasta donde hayas llegado.
Si te desconectas de la situación inicial, puedes evocar ese nombre que le pusiste para retomar la indagación.
¡Te puedes sorprender de todo lo que descubrirás! ¡Tú puedes!
Notas:
-
Alkire, S. (2002), Dimensions of Human Development, World Development, 30 (2), pp. 181-205.
-
Muñiz Castillo, M.R. (2009), Human Development and Autonomy in Project aid: Experiences from four bilateral projects in Nicaragua and El Salvador (MGSoG Dissertation Series 4), Maastricht, Boekenplan.